Orientación integrativa
Orientación experiencial
Consideramos que las personas tenemos una tendencia natural a organizarnos de la forma más adaptativa y creativa posible desde nuestra propia singularidad. En este sentido, hablamos de confianza en la capacidad de regularnos ampliando la capacidad de autoapoyo (autorregulación) y búsqueda de apoyo externo (corregulación).
Para acompañar este proceso, priorizamos la atención a la experiencia personal tal como se presenta momento a momento, observamos fenomenológicamente “cómo” la persona se expresa, al tiempo que reflexiona y elabora la experiencia.
Para ello, recurrimos a diversas actitudes y técnicas que facilitan el acceso directo a la experiencia, entre ellas: la sensibilización, el trabajo corporal, la elaboración de experimentos que faciliten la conciencia y la interacción entre paciente y terapeuta.
Orientación relacional
Nos construimos a través del vínculo, y es a través del mismo, como podemos cambiar. Por ello, el aspecto central del trabajo terapéutico es la relación entre paciente y terapeuta.
En nuestro enfoque, ambos son parte activa y realizan un trabajo de co-creación basado en el respeto, la apertura y el diálogo, con el objetivo de que el paciente descubra y despliegue sus recursos y límites, en un espacio seguro que le permita ensayar soluciones creativas a sus dificultades.
Los gestaltistas solemos decir que “el terapeuta constituye su propio instrumento de trabajo”. Con esta expresión, señalamos la importancia que damos a la implicación del terapeuta en su propio trabajo personal.
«El proceso terapéutico consiste en la transmisión de una experiencia…, la experiencia puede ser transferida y, tal como la vida proviene de la vida, quizás sólo se pueda producir cierta profundidad de la experiencia por medio de la presencia de otro ser que esté participando de esa profundidad.»